Hubo un tiempo, no tan lejano, en el que había billetes que no servían para viajar en el tren, ni siquiera permitían acceder al mismo.
Eran los billetes de andén, que servían para acceder los andenes de las estaciones para acompañar o recibir a familiares, amigos, etc, que utilizaran el tren.
En las estaciones importantes, y en algunas otras también, no se permitía el acceso a los andenes sin billete. El vigilante o portero, situado en la puerta de entrada, se encargaba de controlar la entrada de viajeros o acompañantes, procediendo a picar todos los billetes.
Esta labor se conocía en el argot ferroviario como "cubrir la puerta".
En la foto que se adjunta vemos diversos ejemplos: como los billetes genéricos, sin nombre e la estación para que sirvieran para todas, de 1, 2 y 3 pesetas.
El de 3 pesetas fue el último precio de billete de andén de Renfe. Tanto para billete Edmondson como para otros sistemas más modernos como el Rolly o Hugin.
El de 2 pesetas procede de la estación de Badalona.
Más antiguos, pero con el mismo precio de 3 pesetas, vemos los de Bilbao - Abando, Zaragoza - Campo Sepulcro y Madrid Atocha, como aparece impreso en el propio billete.
La recaudación de estos billetes era para causas benéficas, como el colegio de Huérfanos Ferroviarios, y en algunas estaciones su venta se hacía en dependencias ajenas a RENFE, Como el estanco o la librería.
Los perros, que como recoge el dicho popular, son los mejores amigos del hombre, también podía viajar en tren, evidentemente con su billete Edmondson (acompañado de su dueño que también debía portar su correspondiente billete).
En la foto se ve los billetes de Madrid, que se identificaban por una simpática caricatura.
Uno de ellos sin destino fijo, pero con un recorrido mínimo de 50 Km, como si el el viajero canino fuera en un tren rápido con suplemento.
El otro billete es hasta la estación de Navalperal.
Así eran los billetes de perro.
Texto y fotos: Eduardo González Iturritxa.
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